jueves, 23 de agosto de 2007

Descripciones.

El lugar del docente demanda mucha exposición, concentra la mirada de entre 20 y 40 alumnos.

Es imposible no observar. Destino la ultima hoja de cada cuaderno para analizar la manera de dar clases de cada docente. A lo largo de los años uno acumula.

Docente uno.

Hombre de 1.80 metros 45 años.

Remera color blanco (no blanco Ala), tipo camiseta escote en “V”, sobre piel blanca enfermiza.

Pantalón de vestir negro calzado a la cintura, al mejor estilo Van Damme (La tela del pantalón tiene un sutil brillo que contrasta con lo informal de la camiseta , Medias de toalla blanca que no pasaron el desafío Ace y zapatos tipo Caterpilar, marrones un poco deformados hacia los costados ya que soportan quince kilogramos de sobrepeso

El pantalón viene acompañado por su no respectivo saco.

El cabello lo lleva sutilmente largo, color negro ceniza, un poco grasiento casi sucio, de corte rebajado y con raya al medio (en un mes si no lo recorta parecerá Calculin), complementa con un 40 % de canas.

Utiliza anteojos de formato cuadrado, armazón grueso que sobresale bastante la cuenca de los ojos. El cristal de los lentes tiene una tonalidad verdosa haciendo que su mirada de perro pedigüeño luzca un tanto más vidriosa.

Su nariz es grande, ni afilada, ni ganchuda, solamente grande y los orificios acorde al tamaño de la nariz que los sostiene no “miran” al piso sino que te interpelan directamente. Sus labios y las comisuras de la boca están siempre mojados como quien no traga a tiempo ni bien la saliva.

Ríe con los labios apretados.

Posee una carterita de correa larga estilo años ´70, pero no de cuero sino del plástico con que se confeccionan riñoneras.

Al sentarse sobre el escritorio, la remera el cinturón y el celular se encallan entre los rollos de grasa. El poco espesor de la tela con que esta confeccionada la camiseta deja vislumbrar una panza aun más flácida que la de Homero Simpson.

No fuma.

Cuando le dirige la palabra a alguien no sostiene su mirada, sino que entorna los ojos como si se estuviera mirando la punta de la nariz o el piso, y luego cuando vuelve a mirar al frente su cara muestra que el cambio de foco llega, a veces tarde, porque parpadea dos o tres veces de más.

Su vos es grave, empalagosa, de locutor y le imprime una musicalidad no coloquial, deja silencios más que necesarios cuando piensa que su discurso tuvo un golpe de efecto, o cuando intenta un chiste. (Malo).

Intenta reírse de sí mismo y le sale mal, pone ejemplos demasiado personales y que siempre lo dejan bien parados, como cuando tuvo que explicarle a su hijo que los cardiólogos no eran los que curaban las penas del corazón.

Docente dos.

Hombre 1.70 metros 35 años.

Flaco, pero flaco que parece un poco consumido. De tez café con leche, mitad y mitad.

Se viste con ropa informal, jeans gastados con remera descolorida y campera color negro arratonado. Usa gorritas de béisbol, de visera larga que le tapa media cara cuando mira hacia abajo y filtra el volumen de su voz.

Llega y despliega sobre el escritorio dos carpetas del volumen de los biblioratos, con una veintena de pilas de papeles amarillentos, y hojas manuscritas manchadas de café. Nunca sonríe ni ríe.

Cuando mira a la clase inclina su cabeza hacia atrás levantando la pera. Esto le da un aire soberbio que intimida.

Habla bajo, monocorde, hace pausas demasiado largas para después hablar de corrido varios párrafos complejos como quien se los acuerda de memoria.

Antes de prender un cigarrillo, juega con el durante varios minutos. Cuando lo prende, se toma su tiempo, le da largas pitadas, parece disfrutarlo doblemente y luego de unos minutos continúa hablando. La ceniza siempre se le cae entre los papeles o la ropa.

Cuando un alumno intenta preguntar algo, parece que hubiera interrumpido el monologo de un sabio y siempre se ofende, parecería ser que pierde el hilo de sus pensamientos y tarda varios minutos de silencio para volver al estado monocorde inicial.

No solo no apaga el celular cuando da clase, sino que atiende y puede llegar a hablar varios minutos frente a la clase como si no hubiera 30 personas escuchando.

Le hemos escuchado decir cosas así: “Seee… acá estoy, dando clases…”

Con un tono de fastidio que incomoda.

Pero se enoja si suena otro celular.

Siempre se queja de lo cansado que esta, y cuando toma envión y habla de corrido parece sentirse como Platón frente a un auditorio emocionado.

Falta una clase cada dos. Y cuando vuelve mezcla los textos de tal manera que uno no sabe de quien dice que. Hace digresiones de 20 minutos para hablar de cosas periféricas que no aportan contenido.

Las clases las termina abruptamente entre 10 y 25 minutos antes de la hora de finalización. Las termina mentalmente agotado, luego de fumarse 5 cigarrillos, y de no haber dicho nada muy importante.

7 comentarios:

Cinzcéu dijo...

Muy buenas descripciones: ¡eso es observar! Ahora, me pregunto, ¿son todos así o después viene una serie de tipos un poco más agradables? Saludos.

Carnicero en Pompeya dijo...

Sientase bienvenido Sir Cinzcéu!
Como es nuestro primer comentador (¿se dice así?) se ha ganado, además del tìtulo de Sir... Chan chan chan channnnnn
(Trompetas
Platillos
Bombos
Papel picado
Serpentinas)
El mejor y más ansiado “Siga participando” ¡Por favor!

Por estas coordenadas también hay mucha agua, que no cae de arriba sino que estamos de ella hasta el cuello.
Lo esperamos cuando guste. Gracias por elegirnos. (¡Que frase por dio!)

Floresta Hipersensible dijo...

Carnicero:
"Gracias por elegirnos" es frase de ticket trucho de supermercado chino!!!!
¿Cómo haremos para atraer a las grandes masas?
¡Lo importante no es que venga sino que vuelva!
Pase nomás Cinczéu, pongase cómodo.

Cinzcéu dijo...

Si me vuelven a decir "Gracias por elegirnos", juro no volver más... Si no lo repiten, volveré y seré sillones (por lo de ponerse cómodo, digo).
Opinión de onda: en plan de atraer masas (?), remuevan esa fea moderación de comentarios sujetos a aprobación. Saludos.

Chica Almodovar dijo...

Sir Cinczéu, atraer a las grandes masas es el objetivo principal de este blog.
Si conociera las que confecciona un familiar del Carnicero, no podría dejar de pensar en otra cosa. Su vida quedaría marcada en un antes y un después.
Son adictivas, tamaño XXL, y Carnicero se reserva, no solo la receta, (argumentando secreto familiar) sino el lugar de venta, (sin argumentación valida). Genera un público cautivo dispuesto a escribir para ver si haciendo buena letra, nos premia con el delicado y codiciado manjar.
Entre nosotros ya tienen valor de cambio y toda negociación implica ceder o adquirir unidades.
Floresta consiguió retirar esa “fea moderación de comentarios sujetos a aprobación”.
Lastima que me llamó a las seis de la mañana, sintiéndose una Hacker y en ese instante perdió por lo menos dos unidades. (Quiero la de chocolate con la almendra arriba y la rellena de crema pastelera). Lo siento Floresta, pero estaba soñando lindo.

Floresta Hipersensible dijo...

Ja ja ja
¡Qué buen chiste!
Ni soñando te quedaras con la de crema pastelera.
Te corregí como cinco errores en tu post anterior, eso tiene que descontar…
La de chocolate tiene estatus de no negociable. Podes elegir solo una y de las humildes como las llama Carnicero.
He dicho

Carnicero en Pompeya dijo...

¡¡¡Esto va a traer hasta precuelas!!!
"Interrupción de sueño lindo" no valen dos masas y menos esas!
Si quiere dos, opte entre las humildes. Si elige una, recomiendo la de chocolate.
¿Será necesario llenar la pelopincho de barro y sacar la tanga de leopardo?
Compórtense.