martes, 4 de noviembre de 2008


La independencia de las palabras.

Excusas, pretextos, disculpas, evasivas y un poco de cháchara.

I.

No escribo, porque cuando encuentro algo para decir tardo tanto en intentar ponerlo en palabras que cuando logro algo legible, el fenómeno a describir ya caducó.

Y si todavía esta vigente, después de ponerle puntos, ajustarle las comas, inventar puentes entre párrafo y párrafo, llega un momento en que el texto me fastidia, me aburre, ya no me parece inteligente, ni lucido y ese algo para decir no existe más.

Hay palabras que me faltan, unas simplemente me desobedecen, otras no se dejan escribir.

El hablar sobre lo que quiero escribir también complica las cosas, porque después de contarlas siento que no hay lector que pueda acercarse al texto de manera virgen, sin ver solamente algo insulso, y no muy bien escrito. Todavía hablo mejor de lo que escribo. Y leo mucho mejor de lo que hablo.

Después de leer varias veces lo que intento escribir, solo percibo errores, palabras que se acercan a lo que quiero decir pero inevitablemente inexactas, ideas que no terminan de encontrarse a gusto con las palabras.

Si aparece alguna combinación exitosa entre palabras, seguramente surgen dos maneras de expresarla, y no me siento capaz de poder elegir entre opciones. Entonces inevitablemente me entrampo e insisto en copiar y pegar en otro documento y persistir con las dos versiones, donde quizás solo hay un adjetivo diferente. Y nada más. Definitivamente una calle sin salida.

En mi entorno hay alquimistas obtusos, francotiradores de palabras, hábiles inflexibles, no abundan las frases analgésicas y más periféricamente quien dialoga a quemarropa, todos, todos eligen las palabras como si fueran bombones.

Los observo con disimulada fascinación y puedo notar como se divierten barajando palabras, para mí inéditas. Como quien al pronunciar una nueva palabra la termina dominando.

Tampoco escribí todavía porque tengo la sensación de tener unos 10 años de edad en la escritura. O a veces creo que escribo como un plomero: no sé armar frases con oraciones subordinadas, y me emociono cuando alguien puede dar la entonación de verbalidad a una frase escrita solo usando los signos de puntuación.

Admiro a quien escribiendo se siente libre, quien disfruta y se siente cómodo.

La mayoría de las veces es para mi un espacio de desesperación: la sensación de la falta de palabras es similar a caminar a 5000 metros de altura sobre el nivel del mar y sentir que el aire que entra en los pulmones no alcanza.

La impresión de que las palabras te ganen es entablar constantemente una lucha desigual.

Las palabras me intimidan, me desvisten, quedo totalmente expuesta, vulnerable.

Hay quien tiene la admirable habilidad de enmascararse en las palabras, en lo dicho. Juegan a adoptar diferentes temperamentos en una discusión y pueden cambiar sutilmente de enunciación maravillando a un interlocutor más tosco.

II.

Aprendí a comunicarme en italiano, en un proceso similar, aunque más veloz, a como aprendí el español. Aprendí hablando, hablando mal.

Recuerdo cada ciudad italiana donde aprendí una nueva palabra. Y cómo fue el proceso de escucharla por primera vez, que te llame la atención, recordarla e intentar usarla en toda ocasión para testear si uno comprendió bien donde y como utilizarla.

Recuerdo la primera vez que pude encontrar una frase perfecta y ponerme finalmente a prueba: y la sensación de conquista al pronunciarla lentamente gozando con cada fonema. Algo similar sucede con las nuevas palabras en español, con el vocabulario académico.

Recuerdo en qué parcial conquisté por primera vez la palabra cristalizar, y la primera vez que escribí hedónico en vez de placentero.

Pero poder exponer las incomodidades no es mas que un pedido de paciencia y de ayuda.

Mientras tanto, no escribir, es como quien decide permanecer callado.

Sepan disculpar las molestias, estamos trabajando para Ud.

III.

En el intento de revertir esta situación de ausencia de escritura, he emprendido un plan de lucha que consta de varias acciones concretas en el marco de dicha imposibilidad.

Compré un Scrabel. Hermoso, original, con el apoya fichas de madera pintada en verde agua...

Volví a otras fuentes. Tomé como material de ayuda de un Taller cursado hace décadas. Donde se aprendían las nociones básicas del lenguaje académico. Elemental, es verdad pero en ese taller me presentaron varias palabras nuevas.


Conseguí el Grates: Diccionario de Sinónimos Castellanos de la editorial Sopena, 1966 (so pena por no escribir). En la portada se posiciona como “… indispensable para ampliar la expresión de una idea, facilitar el trabajo literario, y enriquecer el estilo”. Una joyita que compite (y sale exitoso) con la combinación “ MAY + F7”. de cualquier programa de Word.

Acepté una oferta para trabajar como ayudante en mi escuela de cine natal. Aquí he experimentado las sensaciones más diversas. Por un lado la tranquilidad de entender y haber aplicado muchas veces los conceptos que enseñamos. Tener cinco respuestas o ejemplos posibles para cualquier pregunta, definitivamente relaja.

La primera clase es como un bautismo. Comienzan a escribir en imágenes y sonidos, en un lenguaje puramente descriptivo y descubrí que se divertían equivocándose. No les salía bien y jugaban a intentarlo nuevamente. Se reían, disfrutaban.

Entonces saqué la incompleta conclusión de que no escribo porque soy una amarga, que con las palabras no me río, batallo demasiado.

En este pequeño pero emotivo acto comienza un programa que comprende el alto el fuego, la retirada de tropas súperyoicas y un tercer tiempo (como en el rugby) en donde se olvidan las antiguas contiendas y comienza la reconciliación con las palabras.

Podría decirse que este, es el comienzo de una gran amistad.

viernes, 19 de octubre de 2007

"Mi nombre es todo lo que tengo".


Soy sensible.

Tengo los ojos sensibles a la luz, uso anteojos oscuros todo el año. Los días nublados son los peores porque la superficie que refleja luz es mayor.

Tengo los dientes sensibles, solo puedo usar un dentífrico de 16$ el tubo.

La piel sensible hace que me ponga colorada en septiembre y sufra quemaduras de tercer grado en enero si no uso protección solar número 40 como mínimo.

Mis rodillas y muñecas son sensibles a la humedad después de varios años de deportes y caídas de patines.

Mi manera de estar en el mundo es sensible a la luna, no hay día que este igual al otro. Ni ella, ni yo.

Peco de desequilibrio patológico con un alto grado de posibilidad de internación.

La luna regula las mareas, y si somos casi un 80% agua, a mi me puede

1 “El lado oscuro de la luna: Dan ganas de balearse en un rincón".

Hay una semana al mes que soy hiper sensible. Solo puedo ver películas infantiles, o comedias románticas, escuchar solo Mambrú, y más que el salto del ropero, prefiero dormir cucharita. Mi sábado ideal, consiste en cenar en la cama con un buen vino tinto, hacer zapping y observar tres programas a la vez.

Siento que el mundo me trata mal, y que la vida cuesta demasiado. En contraposición con “El padrino”, todo es personal. Soy rompible, y me siento hinchada y gorda.

Lloro como solo Girondo podía detallar. Recién tomo conciencia de mi estado cuando leo el Clarín y lloro. Y lloro desconsoladamente, en cualquier entorno en el que me encuentre. A veces hasta hago papelones.

La última vez no hizo falta leer el matutino, estaba el colectivo y una avispa estaba golpeándose contra la ventanilla, una y otra vez, lo volvía a intentar... y otra vez... en un acto de locura y ante la mirada atónita de los pasajeros (plena temporada invernal) abrí la ventana.

El infortunado insecto tardó varios golpes más en encontrar la salida, hasta que finalmente logró emerger al aire libre. A esta altura de los acontecimientos, estaba lagrimeando. Cuando la vi volar hacia el mas allá, la sospeché perdida, desorientada Un llanto me atravesó la garganta y casi convulsiono al intentar reprimirme. Baje a la parada siguiente y camine las 15 cuadras que faltaban. Llorando, claro.

No me gusta que me hagan esperar, tengo un grado de tolerancia cero. Me superan las exigencias, las pretensiones y estoy inhabilitada para traducir reclamos.

Mi autoestima oscila entre el tobillo y la rodilla. Me camuflo, me vuelvo hermética y quebrantable. Los ruidos fuertes me nublan el raciocinio y emerge una Floresta violenta. Los sonidos agudos me acribillan el alma.

2 “La alegría no es solo brasilera”.

En la semana siguiente me invade una sensación de alegría inexplicable, de optimismo, de energía y fortaleza que me hace sentir una mujer valiente. Soy la sociabilidad encarnada en una persona, siempre primereo con una sonrisa, soy extrovertida y casi siempre meto la pata por exceso de buena onda. Tengo un alegre sentido de la inoportunidad.

El sexo me gusta impredecible, volátil, fluyo fácilmente, soy dócil. Bajo los dos kilos aumentados, y soy más arriesgada en la forma de vestirme.

El fin de semana perfecto implica amigos, cena, baile y show.

Las esperas son siempre agradables, apacibles, un tiempo regalado e impredecible.

Mi autoestima vuela por el aire y puedo escuchar Portished sin desconsolarme y disfrutar Van Der Graff sin volverme loca. Aunque sigo prefiriendo Ska talites para colgar la ropa.

3 “Ter saudade até que é bom”.

La semana siguiente, me vuelvo más reflexiva, atenta, profunda.

Puedo ver algún drama que no termine muy mal, me banco un libro grave, y consigo escuchar la banda sonora del film “Con animo de amar” sin problema.

Escucho y observo a la gente, participo socialmente en un tranquilizador segundo plano, la tolerancia disminuye pero no a niveles críticos. No tolero la queja gratuita, ni hablar de enfermedades. Me vienen de maravilla las cenas con amigos clásicos con dosis de intelectualidad chabacana y si hay baile hago catarsis, pero la danza suele ser más hermética que parte de una ceremonia social.

Aumento indefectiblemente un kilo. El sexo me gusta amigable, empatado, lleno de palabras bonitas. No encuentro satisfacción sexual comparable a la de producir satisfacción sexual.

Las esperas son digeribles. Comienzo a usar ropa más suelta, y soy feliz de prestar la oreja y el hombro.

4 "La caída".

La cuarta semana comienza a decaer paulatina y constantemente todo residuo de optimismo y reflexión, me vuelvo melancólica y levemente apenada. Me empiezo a distanciar subjetivamente del mundo El desconsuelo se presenta como opción y aunque me resisto, gana espacio inexorablemente. Comienzo a funcionar a regañadientes

Mi autoestima comienza a disminuir.

Subo indefectiblemente otro kilo. Y ya van dos… odio la ropa apretada, y a veces luzco como un homeless de película.

Disminuye la capacidad de negociación. Mi autoestima adquiere la velocidad de un empujón en bajada.

Averiguo inconscientemente que dan en el cine “Los Ángeles” y en el “Electric”.

Leo solo libros de aventuras, o alguna historieta de dudosa calidad. Mi coraje adopta la consistencia de una galletita de agua.

Me siento inepta para afrontar ciertos transes. La sensación de tener una gargantilla de adoquines alrededor del cuello se consolida en mi mente, e irremediablemente me siento zozobrar.

Las críticas llegan como una estocada. Y no me suelo exponer a ninguna, si llega gratuitamente, me defiendo con uñas y dientes como si en ello se me fuera la vida.

Puedo bailar solitaria en casa y sentirme Madonna por segundos, Alex Owens por minutos y una pobre mortal por horas. Otra opción es ponerme el MP4 y recorrer librerías en Avenida Corrientes rezándole a algún dios no tropezarme con nadie conocido.

Por fortuna es movimiento es cíclico, y percatándome, amortiguo en los descensos y en las caídas libres me hago un colchón de amigos incondicionales que me conocen de tiempos mejores.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

"Érase una vez, el padrino."

Reunión con amigos, sábado por la noche, casa de Chica Almodóvar.

Después de cenar mirando de reojo el canal Retro, luego de la tercer botella de vino escuché, por enésima vez en la semana, que el film “El padrino” era la obra cumbre de la historia del cine. Entonces sucedió lo inexplicable: el cordobés, que supo ser guionista de varios capítulos de la historieta “Dago”, dijo la frase equivocada: “la obra cumbre de la historia del cine es "Érase una vez en América". Automáticamente todos empezaron a argumentar lo equivocados que estaban los demás.
Se armaron dos bandos claramente marcados. En el costado derecho del living -
ring, el cordobés ya mencionado y Gerardo, Profesor de Historia que responde las dudas históricas más inverosímiles de todos los tiempos (Pasados) y la hospitalaria dueña de casa.

En el costado izquierdo Checho, especialista en guionar batallas, ataques y emboscadas, y Floresta.
Yo era el William Boo del encuentro. Para mi ambas películas comparten el podio.

La lucha se armó entre:

  • “El padrino”, (The Godfather), de Francis Ford Coppola, Parte Uno (175minutos) estrenada en 1972,
  • “El padrino”, (The Godfather), de Francis Ford Coppola,Parte dos (200 minutos), de 1974
  • "Érase una vez en América”,( C´era una volta in América,) Sergio Leone (225 minutos) de 1984.

La tercer parte de El padrino fue elipsada de la tertulia por estar todos de acuerdo en que Andy García no puede convertirse en El padrino.

Las similitudes que las hacen comparables son muchas: pertenecen al género “películas de gángsters”, o dentro del “drama mafioso” , el aspecto técnico de ambas es funcional al relato, utilizan recursos narrativos similares,(grandes elipsis, flashback, repetición de motivos musicales, montaje alterno, majestuosos encuadres), bandas sonoras de pesos pesados Ninno Rotta y Ennio Morricone y en ambas actúa Robert De Niro.

Les doy un changüí para que las busquen, copien, alquilen, y las vean, mientras tanto, yo haré lo mismo.Dadas las similitudes, la idea es buscar las diferencias.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Avistamientos mínimos.


Observaciones que no tienen ganas de ser exhaustivas. Asumen la misma certeza que tiene un paracaidista sobre su lugar de caída. Todas permiten ser completadas, comentadas, criticadas. Solo son observaciones. Mínimas.

  1. Resulta insoporrrtable la campaña publicitaria de Navarro Correas titulada “Cuántas erres tiene tu vino”.
  2. ¿Porqué cuando comienza el bloque de una serie cualquiera el primer dialogo no esta subtitulado?
  3. Porqué razón las series solo duran 22 o 23 capítulos y no un año entero evitando la reiteración incansable de los mismos. Y como si fuera poco las repeticiones suelen ser de temporadas distintas.
  4. Es más caro alquilar un DVD en Blockbuster que comprarlos en www.edsullivandvd.com. con envío a domicilio.
  5. Cada vez hay más mujeres que personifican a jefas en series de televisión: ER, The closer, Standoff, The shield, La ley y el orden, House. Y cada vez más series con protagonistas mujeres que mantienen la combinación de etnias que solíamos ver en series como Chips, Los Dukes de Hazzard y División Miami. Algunos casos: without a trace (latina y blanca), Close to home (negra y blanca), EL caso multicultural por excelencia parece ser La ley y el orden U.V.E. El equipo lo integran un blanco, un judío, un negro (medio café con leche) y (aquí la hipótesis derrapa como en bajada) las mujeres, con una menor diferencia son, una morocha y la otra blonda. Y como acotación extra el jefe es pelado. (si, me fui a la mierda...)

  1. Esta es una lista (incompleta, claro) de algunos medios que utilizan para encontrar/perseguir a personas en las series de televisión: CSI, La ley y el orden, Criminal mind, Without a trace.

    • Recibos de compras con tarjetas de crédito.
    • Cámaras de seguridad en esquinas, edificios, comercios, bancos, cajeros automáticos, intersecciones de calles, calles, escuelas, baños de escuelas, hospitales, oficinas, ascensores.
    • Las antenas de celulares dan información sobre la posición y el movimiento del sujeto y el contenido del mensaje, si fue llamada, solo la duración.
    • Los servidores de Internet, tienen sistemas de rastreo que dan información sobre quien, que, como, cuando y donde hizo lo que hizo en Internet.
    • Plan de viaje de Taxi. (Una especie de plan de vuelo que llevan los taxistas donde dice el trayecto, la hora, costo del viaje)

· Expedientes de escuelas, colegios, hospitales, Fuerzas Armadas.

    • Multas de transito
    • ADN, identificado gracias a muestras de sangre, saliva, pelos, piel, vómitos, lagrimas, moco.

  1. Parece que todas las series que veo están producidas por Jerry Bruckheimer.
  2. ¿Porqué no emiten más la serie Baywatch.?
  3. En el canal A&E, emiten un ridículo segmento titulado “Ciento veinte segundos con las rubias de Hollywood (Que lo tiró!) Me da vergüenza describirlo y tardaría más que la duración del mismo.. Solo diré que el segmento es fiel al titulo: ridículo.

martes, 11 de septiembre de 2007

El número 18 de Francia

Sonaba en mis auriculares una canción de Orishas. Con una inflexión sensual cantan: “Tienes una forma seductora de moverte frente a mi, nena me haces vibrar...”

Escuchaba tranquila hasta que mi mirada fue arrebatada por los televisores bien ubicados para arrebatar miradas.

La imagen mostraba, 30 hombres robustos, en muy buen estado físico, transpirados, sucios, alguno con pequeñas heridas. Casi todos llevan protectores de dientes como los boxeadores y uno por equipo lleva un gorrito que tapa las orejas como los waterpolistas. Corren y los tumban. Eso parece ser parte del juego

Corren y de repente se tiran unos encima de otros, codos con piernas, cabezas con rodillas, omoplatos con pantorrillas en fin, un magnífico exceso de hombres transpirados.

Dicen que se llama scrum.

Cuando uno corre (con pelota o sin ella), cuatro jugadores con camiseta de otro color lo embisten, lo tumban, van al cuerpo y no a la pelota, hay que bajar al hombre, caen inevitablemente todos al piso, refriegan sus caras contra el césped. Al instante caen cinco más de ambos equipos y como quien se tira a la pileta, se arrojan dentro de la mezcolanza de cuerpos. Forcejean, las cámaras muestran posiciones inverosímiles. Parece un campeonato de “Vale todo” que a veces se ven en el canal FX. Combates en donde dos hombres pelean y vale aplicar todas juntas, las disciplinas de artes marciales.

Un boxeo con patadas y tomas y trabas.

Este deporte es también similar, en cuanto al contacto físico, al fútbol americano pero sin los trajes espaciales, y con la particularidad de que de repente se transforma en un “vale todo” (Cada vez que veo un “vale todo” sostengo que falta barro y sungas de leopardo, pero es otro problema).

Luego inexplicablemente, la pelota sale eyectada del quilombo de brazos piernas y cabezas, todos se levantan y siguen corriendo.

La dinámica continua igual, corren agazapados, se pasan el balón para atrás, rápido como si quemara, los tumban, se produce orgía masculina de testosterona, se apachurran, se pegan, se amalgaman, se lastiman, vuelan por el aire, se retuercen, sangran, ruedan por el piso y se vuelven a levantar. Mirar duele. Me intento concentrar en las caras. Sigue sonando “...tienes una forma seductora de moverte frente a mí” y de repente todo cambia. (Igual que cuando uno mira el canal Gourmet sin audio y escuchando Vicente Fernández.) La música resignifica la imagen.

En algún momento del partido, el equipo francés hizo un cambio, el número dieciocho Sébastien Chabal entro corriendo, (un metro noventa y dos, ciento catorce kilos) en cámara lenta, con el pelo al viento un poco mojado, todos los músculos tensos y una mirada implacable. Automáticamente oí clarines llamando a zafarrancho.

La apariencia de los jugadores me salvó e hizo que mi cara de espanto se dulcificara e incluso que mi mente divagara en una acogedora promiscuidad.

La belleza de estos deportistas no es la misma que la que aparentan algunos jugadores de fútbol. Aquí hay algo de instinto animal.

Muchos jugadores de fútbol, tienen una imagen pública delicada, son protagonistas de campañas de las grandes marcas, se transforman en iconos de la moda y en el ejemplo perfecto para definir a un metro sexual.

Me refiero a jugadores como Becham en publicidades graficas de Armani, o Fredrik Ljunberg en Calvin Klein o la deleitable campaña de Manuel Blasi, Fabio Cannavaro, Gennaro Gattuso, Andrea Pirlo y Gianluca Zambrotta promocionando a Dolce e Gavanna.

Intentaba imaginar publicidades protagonizadas por estos atletas y solo se me ocurrían (si, ya sé, Hiuston estamos en problemas) cosas como, motores de tractores, o turbinas de aviones.

Los jugadores de rugby tienen una belleza bestial, una ferocidad que los hace el perfecto ejemplo para definir a un retro sexual.

Algunas mujeres tenemos fantasías con camioneros, o trabajadores de la construcción, observar al dieciocho de Francia me hizo agregarlo a la lista.

http://www.youtube.com/watch?v=AXiBZhaRdN0&NR=1

miércoles, 5 de septiembre de 2007

“Una serie de tipas más agradables”

Una

Mujer de cuarenta y tantos años.

Es muy alta, debe medir 1.85 y tiene un cuerpo llamativo, es toda grande, caderona, huesuda, de espalda ancha, natural, no de gimnasio. Es flaca y no tiene mucho busto, no es un cuerpo voluptuoso de curvas llamativas, sino que es armonioso pero desabrido.

Es morocha, seguramente teñida desde hace años por lo reseco del pelo, pero no lo oculta, lo usa largo rebajado y tiene alguna triste ondulación.

Se viste sobria, combina los colores. Jeans azules con todos los accesorios en distintos tonos de marrón.

Lleva anillos, pulseras y no se maquilla. Lleva los años con una aparente dignidad y sin usar cremas antia age, ni botox ni cirugías.

Tiene la voz grave, acostumbrada a dar órdenes, a veces se le escapa el modo

Imperativo

Se sabe un poco obsesiva.

No fuma en clase.

Se molesta cuando la interrumpen desde fuera del aula y pierde irremediablemente el hilo de lo que estaba diciendo. Continua por otro lado lo cual hace que los alumnos recen por que le dejen, al menos terminar la frase. No sucede siempre.

Su vocabulario es chabacano, coloquial, y suelta alguna puteada bien ubicada.

Cuando escribe en el pizarrón su letra es demasiado grande y no calcula la distancia en que indefectiblemente empieza la pared, por lo cual abrevia sin conocer ninguna regla ni siquiera las de separación en silabas. La letra además de grande es deforme, irregular, des prolija pero se logra entender la idea ya que repite varias veces lo que ha intentado escribir, a pedido de los alumnos, claro.

Le quita dramatismo y majestuosidad a términos complejos, simplificando a veces en vocablos que o no merecen simplificación, o que no necesitan ser desdramatizados.

La materia es una mezcla de otras tres ya cursadas y aprobadas, con lo cual hay un aire de estancamiento, aburrimiento y desilusión.

Los chistes que buscan complicidad con el alumnado, resultan risibles pero la docente no espera el efecto sino que continúa como si no fuera su intención nuestra la sonrisa.

Me juego la vida que tiene años de psicoanálisis, esta separada pero no me animo a decir si tiene hijos.

No le da nunca la palabra a su ayudante, que tiene aire de pollito desplumado.

Cuando un alumno pregunta algo, le responde largamente sobre cualquier cosa y luego pregunta si le quedó claro. Nunca mira a los ojos cuando responde sino que ubica la mirada en algún punto lejano de la pared del fondo del aula.

Cuando se dirige a la clase, nunca se sienta. Camina y pivotea por un espacio reducido, lo cual genera una sensación de mareo permanente.

Cuando termina de dar el tema previsto, pregunta si hay dudas, y conociendo que responde tangencialmente, nadie intenta repreguntar y la clase termina sea la hora que sea.

Dos

Mujer de 35 años aproximadamente.

Cabello castaño natural, un poco reseco (creo que ahora se le llama friz), y lo peina con hebillas del tipo invisible ajustadas en la sien, lo que le confiere unos años menos y un aire de ingenuidad que se esfuma en cuanto empieza a hablar.

Usa zapatillas jeans y pulóver color crema americana, de lana de alpaca con diseños de llama. El pulóver esta en buen estado ya que no tiene las pelotitas que surgen irremediablemente luego del tercer lavado.

Su contextura es menuda, proporcionada, tampoco tiene curvas ( que lo tiró!).

Habla claro, suave, simple y ante un comentario periférico, no solo lo ubica dentro de la materia sino que le da una vuelta de tuerca que lo arrima al estatus de acotación interesante.

Promueve el debate, la participación y lo logra.

Cuando habla o responde mira directamente a los ojos con una mirada amable, segura y despejada. Se para detrás del escritorio y de ahí no se mueve. Trae siempre una botellita de agua que termina a mitad de clase

Al finalizar la clase, siempre sobre la hora, establece un espacio de consulta mientras despide a los alumnos que salen del aula. Responde o escucha con paciencia lo que los alumnos se acercan a comentarle. Prende el primer cigarrillo. Parecería que comienza a relajarse pero sin intuir que en algún momento estuvo estresada.

Algunos continúan anotando en sus cuadernos.

Saca relaciones de sucesos que van desde Aristóteles a Chernobil y la clase sigue atenta y expectante el hilo de sus acertados razonamientos. Termina la clase y flota en el aire una sensación de dicha, adrenalina y taquicardia que fascina. Hace recordar a las primeras materias del terciario, cuando todo era nuevo, todo estaba por descubrir.

Deja cosas pendientes para que se maceren y estacionen y lo logra. En el colectivo que nos devuelve al barrio se escuchan conversaciones de alumnos que continúan agregando datos, sacando conclusiones y pensando posibles ejemplos.

martes, 28 de agosto de 2007

Un solo dios no puede ser suficiente.

Creo en la naturaleza, la Pachamama, en la lluvia cuando augura buenas cosechas.

Creo en lo que creo refuerza mis creencias.

En los relámpagos y los truenos y ciertas situaciones de hiperbólica energía.

En el viento porque de él son todas las hojas.

En I ching, y solo a veces en el Fen shui, también creo en las brujas.

En la previsibilidad de los géneros, en alguna buena gente.

En cierta Madona añeja que no canta ni baila, ni sabe lo que es el Pop.

En las cosas simples, en lo que desconozco.

Confío en que si algo no es placentero no sirve.

Más que nada y sobre todo, creo en mi capacidad de encontrar cosas creativas en las cuales creer.